La dispraxia es conocida desde hace mucho tiempo en el marco de los niños con problemas motores cerebrales o en el caso de los prematuros. Desde hace algunos años podemos ver las mismas dificultades en los niños sin patologías neonatales. Conocemos también el riesgo de problemas práxicos en los niños con trastornos del espectro autista o los niños prematuros. Esta dispraxia a menudo está asociada a otros problemas como la dislexia, discalculia, problemas de atención… Hablamos de la «constelación de los DIS»

¿Qué es la dispraxia?

La dispraxia es un problema que afecta a las habilidades motoras y gestuales. El aprendizaje y la realización de un gesto implica:

  • Buenas competencias motoras,
  • Un sistema sensorial integrado y performante.
  • La buena planificación del gesto a realizar; se volverá más eficiente a través del aprendizaje y así modulará en cada nueva experiencia por el feed-back.

Existe dos fases en el aprendizaje de un gesto:

  • Una fase intencional, donde el sujeto ejerce un control voluntario en el conjunto del proceso de las regulaciones necesarias;
  • Una fase de automatización donde el sistema consolida los programas recientemente elaborados para después ejecutarlo con el menor coste de atención.

Podemos normalmente esperar que las praxias sean funcionales en el conjunto de las actividades de la vida diaria y escolar más o menos a los 11 años. Los niños con dispraxia no alcanzan la fase de automatización, ejercen siempre un control voluntario extremadamente costoso que les conlleva una fatiga que no siempre es reconocida .

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Los diferentes tipos de dispraxia

Normalmente se solapan unas a otras, pero guardaremos como término para el diagnóstico aquellas que están más marcadas.

  • La dispraxia gestual: Puede tocar los gestos globales (caminar, bicicleta, natación…) o finos (utensilios, tijeras, peonzas…)

  • La dispraxia buco-facial: no permite la imitación o la ejecución de un gesto de la boca o de la cara. Estos niños comerán ensuciándose y tendrán dificultades al sonarse…
  • La dispraxia constructiva que concierne las actividades donde debemos juntar diferentes elementos en 3D (construcción con cubos pero también montar un mueble…).
  • La dispraxia visual espacial con o sin un problema de visión: el niño tendrá problemas en reproducir las relaciones espaciales en 2D (puzzles, dibujos, geometría, coloreado y escritura).
  • La dispraxia oculo motora: el niño presenta problemas de fijación, movimientos oculares..
  • La disprasia al vestirse: raramente se da sola. El niño es lento en vestirse, no consigue ajustar correctamente su ropa. La utilización de los botones, cierres y lazadas es un calvario.

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El enfoque desde la terapia ocupacional

Los objetivos pueden ser los siguientes :

  • Favorecer la autonomía en los gestos diarios utilizando técnicas particulares de aprendizaje o poniendo en marcha medios de compensación.
  • Abordar nuevas estrategias fiables particularmente en el tratamiento de las informaciones espaciales.
  • Revalorizando al niño y a su familia.
  • Rol de guía.

Las sesiones están basadas en la utilización de juegos o actividades que piden especialmente manipulaciones, aprehensión finas, las nociones espaciales y la mirada. El trabajo es verbalizado. En función de las peticiones del paciente, de las puestas en escena de la vida diaria (atar, pelar, doblar, conducir, planchar..) pueden ser propuestas.

En el caso de las personas con disgrafia y dispraxia puede que tengamos que proponer medios de compensación como el aprendizaje del teclado informático. Es una herramienta paliativa que no puede considerarse como una varita mágica y sobre todo en el caso de los TGD, ya que la intensidad de los otros parámetros pueden poner en duda su utilización.

La escritura manual no es del todo abandonada y la puesta en marcha de fotocopias o la intervención de un asistente en la escuela es a menudo necesaria.

El rol de guía es primordial en la Terapia Ocupacional. Puede también realizarse al nivel de la familia, de los profesores o de los asistentes. El terapeuta ocupacional explicará las dificultades y las descompondrá con el fin de dar pistas para las adaptaciones pedagógicas posibles.

En función de la intensidad del problema y de los medios de compensación puestos en marcha espontáneamente por el niño, las repercusiones funcionales y psicológicas serán más o menos visibles. La forma de trabajo propuesta por el terapeuta ocupacional no harán desaparecer el problema pero permitirá al niño poner en marcha estrategias de compensación. Además, el rol de guía tanto a nivel familiar que escolar es indispensable para adaptar las exigencias y proponer la planificación pedagógica a seguir en la vida diaria para limitar el sufrimiento del niño.

 

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