Sonia, terapeuta ocupacional de Neuroteruel nos explica los beneficios del juego en el desarrollo del niño: «Muchas veces nos planteamos regalar juguetes como un pasatiempo. No pensamos que éstos, son los verdaderos responsables del desarrollo del niño. Nos inculcaron que para aprender hay que estudiar, hacer cuadernillos, sumar y restar en verano… pero nadie hablaba de la importancia de jugar para aprender. Por suerte esto cambió hace unos años. Esta corriente ha empezado a coger fuerza y cada vez somos más los que apostamos por un desarrollo basado en la motivación del niño y centrado en su principal ocupación: el juego»

 

 

Vamos a pensar en ello. Cuando un niño juega, está motivado, por lo que se activa su sistema nervioso. Está más “despierto”, pone toda su atención, su esfuerzo y su empeño, por lo que su cerebro está totalmente preparado para crear nuevas conexiones entre neuronas. Tienen una idea y deben debatir con sus compañeros cómo se va a llevar a cabo, qué normas, en qué va a consistir, si necesitan algo más… ¡planifican lo que va a suceder! Después tienen que llevarlo a cabo cumpliendo lo pactado y cada cual ejecutar la actividad enfrentándose a la competencia, la cooperación, el trabajo en equipo, las posibilidades de cada uno, la frustración de perder, la gestión de eliminar al que hace trampas al igual que manejar su cuerpo observando las diferencias de habilidad motora con sus iguales. Es decir, a través del juego, crea y adquiere constantemente nuevos retos que desafían al propio aprendizaje a través de estrategias nuevas.

Imaginemos un bebé sentado en una alfombra que ve un juguete que hace luces de colores en la otra parte. Primero mirará el objeto, después, si es de su agrado, tratará de obtenerlo por todos los medios: alargará el brazo, llorará, hará sonidos para captar la atención de un adulto, probará posturas y, finalmente, con el tiempo, empezará a desplazarse movido por su motivación hacia las luces. Es decir, iniciará el desarrollo motor y comunicativo (llorar, hacer sonidos) por un juguete que ha llamado su atención dada la implicación del sistema sensorial visual y, también habrá, un movimiento dada la implicación del sistema vestibular y propioceptivo (percepción del cuerpo y de la posición del mismo).  Existen juguetes que facilitan todo este aprendizaje. ¿Por qué? Pues porque implican a la base de las experiencias del niño… a los sistemas sensoriales (visual, auditivo, gusto, olfato, táctil, vestibular y propioceptivo).

 

¿Qué relación con los sistemas sensoriales, Sonia?

¡Todo! Hemos visto ya cómo la motivación es el motor del aprendizaje pero… ¿cuál es el motor de la motivación? Nuestros gustos y preferencias, ¿de dónde vienen? El entorno social, familiar, la herencia genética… todo influye pero hay una parte que es nuestra, sólo de cada uno y viene determinada por cómo procesamos la información que recibimos.

Es muy posible que a mis padres les guste mucho ir en bici o a la playa pero quizás yo prefiera sentarme a leer en un lugar escondido de la montaña. Quizás a mis amigos les guste salir pero yo prefiera una peli y palomitas.

Con esto no pretendo decir que debamos coincidir en TODO o NADA, pero sí que algunas de nuestras preferencias y gustos vienen determinadas por cómo procesamos la información que recibimos de nuestro entorno próximo y esta recepción se da a través de los sistemas sensoriales. Es lo que se llama INTEGRACIÓN SENSORIAL. Una teoría que desarrolló en los años 60 la Dra. Jean Ayres (terapeuta ocupacional estadounidense)

Todos recibimos constantemente información del entorno, los movimientos y nuestro propio cuerpo, de manera que, según cómo la interpretemos damos una respuesta. Si un ruido nos molesta, nos tapamos los oídos; si algo nos hace daño, nos apartamos; si un movimiento nos relaja, lo repetimos cuando estamos nerviosos; si pasa algo y no nos enteramos, no respondemos. Todo ello, son sensaciones que pasan por nuestro Sistema Nervioso, tanto central (analiza y da una respuesta), como el autónomo (respuestas inmediatas ante una percepción de alarma). Este segundo es en el que se centra el procesamiento sensorial ya que las respuestas que se dan en él son automáticas, se rigen por el principio de acción-reacción, algo sucede y la consecuencia es inmediata. Yo no puedo evitar prestarle atención a un estímulo o, por el contrario que no se perciba y por tanto no haya respuesta.

Por ello, la  Dra. Ayres, definió la Integración Sensorial como la capacidad de recibir, procesar, organizar y responder a las sensaciones que recibe nuestro cuerpo del entorno.

 

 

Estas experiencias y sensaciones son las que van a influir en nuestros intereses y, por tanto, en la elección de los juegos cuando somos niños. Si me molesta mucho que me toquen porque mi sistema nervioso lo interpreta como una amenaza, evitaré los juegos que impliquen contacto físico o texturas; si necesitamos mucho movimiento, probablemente evitaremos estar quietos y rechazaremos actividades como cuentos o pintar; si en cambio cualquier cambio de posición hace que sintamos vértigo o que nos desorientemos, nuestras preferencias irán encaminadas a aquellas donde el esfuerzo físico no está implicado. Es lo que se denomina perfil sensorial.

Ahora bien, esto no es malo, todos tenemos un perfil sensorial diferente: algunos salen a correr por la mañana, otros por la tarde, otros prefieren el yoga y otros leer… cada uno tiene sus estrategias de regulación para asegurar un buen funcionamiento en el día a día. En esto no hay nada destacable siempre y cuando no afecte a nuestro estado de alerta, es decir, a la capacidad de prestar atención de forma automática a aquello que es relevante y descartar, sin tener que pensarlo, aquello que no lo es. Si, como hemos visto antes, mi cuerpo percibe como una amenaza que alguien me toque, el momento en el que un compañero se roce conmigo en el patio puede arruinarme el día ya que esa sensación puede permanecer durante mucho tiempo conmigo. Esto les sucede a los niños con hipersensibilidad táctil, así que, lógicamente, están más pendientes de que no suceda que de todo lo demás. Su sistema nervioso dice que eso es más importante que atender al compañero, relacionarse o jugar. Por eso la hora del patio puede ser una tortura para ellos, buscarán aislamiento y se mostrarán más nerviosos. Observaremos que les costará más centrarse mostrando una conducta desajustada entendida como poco adaptada al contexto. Pero además no olvidemos que no sólo existe un sistema sensorial sino que ¡son 7! por lo que si hay alguna otra dificultad de procesamiento, es probable que el niño muestre conductas poco aceptadas socialmente. Recordemos: no lo elige el niño, lo hace su sistema nervioso.

 

Volvamos ahora a la pregunta de antes ¿qué tiene que ver esto con el juego? ¡TODO! Si procesamos diferente, nuestro estado de alerta estará alterado, nuestros intereses y preferencias serán distintos y, por tanto, mi principal ocupación y vía de desarrollo como niño también: el JUEGO

¿Qué puedo hacer? Lo primero es consultar con un Terapeuta Ocupacional formado en Integración Sensorial.

Lo segundo, favorecer un entorno de juego que permita la regulación del niño. Esto se puede hacer a través de juguetes especializados que ayudan a los niños a percibir y procesar mejor la información, facilitando al sistema nervioso ese trabajo de “hacer caso” o “no hacer” a lo importante en cada situación. A día de hoy, hay empresas como Hop Toy’s, que se dedican a elaborar material especializado para la regulación del estado de alerta: un mordedor, un muñeco con una textura concreta, un espacio para masajes y vibración, una pelota con la que saltar o un espacio acondicionado en el que poder pasar unos minutos pueden marcar la diferencia. ¿Cómo? Muy sencillo, estos juguetes son para algunos niños su momento de correr, hacer yoga o leer, pero adaptados a su día a día. Quizás necesite un apoyo para regularse varias veces al día y estando en clase no pueda correr, pero podemos sustituir su silla por una pelota como las de pilates, fomentando así, no sólo la ergonomía postural, sino un estado de alerta óptimo para el aprendizaje gracias al movimiento constante de rebotar sobre ella y que no distorsiona al resto de la clase.

Así que… ¡REGALEMOS JUGUETES, REGALEMOS APRENDIZAJE!

 

 

Sonia Soriano Benito, terapeuta ocupacional y socia fundadora de Neuroteruel, lleva más de 15 años trabajando con personas con diversidad funcional. Hoy desarrolla un trabajo dedicado a los trastornos del neurodesarrollo y las dificultades del aprendizaje. 

Responsable del contenido del blog Hop´Toys España

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