Ya se sabía que los columpios eran uno de los mayores placeres de la infancia y muy importantes para la estimulación vestibular, pero un estudio ha revelado que contribuyen al desarrollo de la cooperación y la socialización de los niños. En el parque, en el jardín e incluso en casa, ¡os presentamos todos los beneficios de los columpios!

Solo a nivel físico, los columpios son herramientas extremadamente positivas que fomentan el desarrollo de los músculos, la flexibilidad y la coordinación. Ayudan a desarrollar el equilibrio, la motricidad gruesa y fina (modulando la fuerza de agarre y la coordinación de manos, brazos y pies) ¡y fortalecen el corazón! Balancearse es un ejercicio básico de fortalecimiento para los niños que ayuda a desarrollar buenos hábitos de ejercicio físico desde edades tempranas. Sin embargo, hay un aspecto sobre el que las herramientas para columpiarse (columpios, hamacas, peonzas) son realmente irremplazables: el desarrollo del sentido vestibular. Explicaciones.

El columpio taco ofrece una estimulación vestibular y propioceptiva

El sentido vestibular: el centro de control de nuestros movimientos y de nuestro equilibrio

Al igual que la propiocepción, el sentido vestibular no es tan conocido como los cinco sentidos, que son la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto. Sin embargo, el sentido o «sistema» vestibular es uno de los primeros en desarrollarse durante la fase prenatal y comienza a funcionar al nacer. También es uno de los mayores sistemas sensoriales del cuerpo humano.

Es un sentido controlado por el vestíbulo, un órgano oculto en el oído interno que detecta los movimientos de la cabeza y la posición de la misma cuando el cuerpo se mueve. Nos permite saber dónde está nuestro cuerpo en el espacio, si nos estamos moviendo o si se mueve nuestro alrededor. Nos indica la dirección del movimiento de nuestro cuerpo y su velocidad. El sistema vestibular permite, por tanto, estabilizar la escena visual durante el movimiento, el desplazamiento de la cabeza o del cuerpo. Ordena a los ojos que se enfoquen en un objetivo y a los músculos de la columna vertebral que se activen para estabilizar la postura y evitar caídas. Esta estabilidad de la mirada es la clave del equilibrio. Además, el sistema vestibular permite dirigir la mirada en la dirección de nuestro movimiento antes de que el resto del cuerpo se oriente. En resumen, el sistema vestibular regula el sentido del movimiento y del equilibrio, nos permite localizar nuestro cuerpo en el espacio, sus movimientos y los de nuestro entorno.

Un buen sistema vestibular, bien anclado y consolidado, permite a una persona sentirse con más soltura durante toda su vida. Un sistema vestibular débil puede, por ejemplo, dar lugar a un miedo al espacio (miedo a bajar escaleras, a subirse a un columpio, etc.), recuerda la terapeuta ocupacional Sonya Côté*.

¿Qué tiene que ver esto con los columpios?

Bueno, una de las actividades que van a ayudar a consolidar este sistema es el balanceo. Los terapeutas que tratan a niños con disfunción vestibular, incluyendo terapeutas ocupacionales y psicomotrices formados en la integración sensorial, ¡estimulan este sistema usando varios columpios y plataformas! Este instrumento permitirá al niño «domar al movimiento», explica Sonya Côté.

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Nos recuerda que jugamos mucho con este sistema cuando somos niños, por ejemplo, «cuando un niño de 2-3 años da vueltas hasta que se cae riendo, juega con su sistema vestibular para entenderlo mejor e integrarlo. [Y] los juegos de equilibrio son otro ejemplo».

«Usar el columpio con el niño durante unos minutos desde una edad muy temprana (unos 6-7 meses) y en un asiento apropiado para su edad mejorará enormemente la facilidad de movimiento del niño. Si todavía le da mucho miedo a los 3 o 4 años, vale la pena insistir con un asiento para niños más pequeños. De esta manera, aprenderá mejor el sistema que más tarde le permitirá tener el equilibrio necesario para sentirse seguro en un columpio estándar», aconseja la terapeuta ocupacional.

Según diversas investigaciones científicas, los movimientos de rotación, balanceo y giro estimulan simultáneamente diferentes partes del cerebro de un niño, lo que fomenta el desarrollo de las vías interconectadas del cerebro, conexiones que son muy importantes para la adquisición de habilidades como la conciencia espacial, el ritmo, el equilibrio e, incluso, el control muscular. Los columpios ayudan al cerebro a organizar y procesar mejor la información sensorial, contribuyendo así al equilibrio.

Cómo habituar a un niño que tiene miedo a los columpios

Los trastornos de la postura y el equilibrio están presentes en muchos niños con discapacidades. Pero algunos pueden tener hipersensibilidad al movimiento, y que les de miedo el balanceo. Una vez más, la terapeuta ocupacional Sonya Côté nos da consejos para ayudarles a domar este movimiento que les será tan beneficioso:

– Insistir un poco cuando se juega con él. Con los más pequeños, nos da este truco: esconderse detrás de él y hacer «cu-cu», luego correr hacia adelante y así sucesivamente. Con sentido común nos recuerda que la risa es el «medidor más fiable para saber si el niño es capaz de balancearse o no», siéntate con el niño a horcajadas y haz de esto un momento especial sosteniendo al niño cerca de ti. Esta cercanía tendrá un efecto tranquilizador y le permitirá tolerar mejor los estímulos desagradables; su cerebro lo asociará al placer de estar cerca de los padres. – Si no se siente bien: abrázale para tranquilizarlo y calmar el sistema vestibular sobreestimulado. – Detener el balanceo inmediatamente si el niño muestra signos de miedo, incomodidad o angustia. – Por último, si el balanceo es demasiado difícil para el niño, probar con actividades más fáciles como el deslizamiento.

A todos estos valiosos consejos, añadiríamos que hay diferentes tipos de columpios para fortalecer el sistema vestibular: plataformas con malla, columpios con forma de tronco, de neumático e, incluso, de bola gigante a la que el niño puede agarrarse de una forma diferente, pero también hamacas, sin olvidar las peonzas y las tablas de equilibrio que también permiten realizar balanceos interesantes.

Balancearse, para calmarse

Científicos suizos han estudiado el impacto del balanceo en el cerebro. Y llegaron a esta conclusión: los movimientos de vaivén sincronizan extraordinariamente las neuronas del cerebro y este es el factor que permite relajarse. El balanceo tiene un efecto relajante que ayuda a los niños a recuperar su serenidad. También se pueden recomendar los columpios para reducir los niveles de estrés y ansiedad en los adultos. ¡Pensemos en cómo se mece a los bebés! Todos hemos visto lo mucho que ayuda a calmarlos. ¡Aunque también surte el mismo efecto con los más grandes!

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Columpiarse para desarrollar la cooperación

En un estudio publicado en 2017, investigadores del Instituto de Aprendizaje y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Washington (I-LABS) revelaron otro beneficio de los columpios cuando se usan en grupo: el desarrollo de habilidades de cooperación y el fomento de las buenas relaciones con los demás. El estudio destaca el potencial del movimiento sincronizado para ayudar a los niños pequeños a desarrollar habilidades de colaboración. Cuando se balancean juntos, al unísono, los niños dirigen su atención en la misma dirección, el mismo objetivo, lo que mejora su interacción.

Al hacer que dos grupos de niños realizaran tareas que requerían cooperación, los investigadores encontraron que las parejas de niños que se balanceaban juntos de manera sincronizada completaban las tareas más rápidamente, lo que indica una mejor cooperación que en los niños que se balanceaban fuera de sincronía o no se balanceaban juntos.

En los niños pequeños, moverse de forma sincronizada con otro niño, incluso sin conocer a este último, les puede dar la sensación de «ser como él», de tener puntos en común con él y, de hecho, ¡animarle a ser más cooperativo! Para los investigadores de este estudio, los padres deberían dar a los niños oportunidades para realizar acciones sincronizadas (balancearse, pero también realizar los mismos movimientos al ritmo de la música) para desarrollar su sentido de la colaboración… Si tus hijos se pelan, ¡ponlos en el columpio!

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Columpios para todos, en todas partes

Como habréis comprendido, dar al niño la oportunidad de columpiarse es «asegurarle un desarrollo sensorial óptimo», citando las palabras de la terapeuta ocupacional Sonya Côté. Esto es especialmente importante para los niños con trastornos o discapacidades. Por lo tanto, si os animamos a poner un columpio para vuestros hijos en el jardín o, incluso, dentro de la casa, también podemos esperar que todos los ayuntamientos ¡equipen los parques y zonas de juego con columpios! En Arras ya se han instalado seis. ¿Y en tu ciudad?

 

 

 

 

 

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