¿Quizás hayas oído hablar del protocolo de Wilbarger? Creada por un terapeuta ocupacional, esta Técnica de Propriocepción y Presión Profunda (PPPT), como se conoce ahora, puede ser recomendada a los niños con Trastornos del Espectro de Autismo (TEA). Niños para los que las acciones cotidianas pueden ser muy problemáticas debido a la hiperreactividad sensorial. Este protocolo tiene como objetivo normalizar y estimular su conciencia corporal a través de una estimulación propioceptiva regular: cepillarse varias veces al día.
Cécile Martignac, es la cofundadora de la Maison des enfants extraordinaires (Meex), un lugar cooperativo dedicado a los niños con dificultades de aprendizaje, a sus familias y a los profesionales que pueden seguir allí cursos de formación ultra innovadores. Cécile es también madre de dos hijos, entre ellos Émile, que padece trastornos autistas. Hace varios años, Émile se benefició del protocolo de Wilbarger. Su madre nos cuenta su experiencia muy positiva con esta terapia no intrusiva.
«Todo era muy complicado»
Emile tenía un trastorno del espectro autista. Tenía unos 4 o 5 años y yo iba todas las semanas a ver a Isabelle Babington* en su consulta – estábamos en los Estados Unidos. En ese momento, Emile no soportaba ninguna transición, no soportaba la luz, no soportaba el ruido. No soportaba entrar y salir de la bañera, tenía problemas para entrar y salir del asiento del coche, no podía entrar y salir del coche, y así sucesivamente. Todo era muy complicado. Era imposible imaginar la compra de un nuevo par de zapatos, imposible imaginar una prenda un poco diferente en cuanto al tacto, imposible ir a la peluquería o cortarse las uñas (lo hacíamos de noche con un faro)… Todo era muy complicado.
Isabelle, la terapeuta ocupacional me habló del protocolo de Wilbarger. Consistía en cepillarse, con un cepillo – pero también se puede hacer con las manos – que se hace en los brazos, las piernas, la espalda, y que luego se sigue poniendo tensión en las articulaciones, rodillas, tobillos, muñecas, codos.
Debería hacerse unas 4 veces al día. Se hacía por la mañana, antes de desayunar, luego por la tarde o a la hora de la merienda, y luego antes de ir a la cama. Lo ideal es empezar durante las vacaciones para tener la mano en todo el proceso, es más fácil.
Este trabajo, que trata tanto del tacto como de la propiocepción, hace que muchas cosas avancen, «desbloqueando» situaciones.
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En casa o en el cole
Así que empecé a hacer el protocolo en casa, entrenamos a la niñera, y luego traté de meterla en la escuela. Así que integrarla en la escuela se tomó al principio… como si todavía fuera un poco raro. Hay que señalar que siempre intenté todo lo que no era intrusivo con Emile. Así que allí fui más que nada porque tenía total confianza en Isabelle (Babington, nota del editor).
El objetivo era ayudar a Émile a arreglarse el pelo, cortarse las uñas… Todo lo que puede parecer muy sencillo para una persona corriente, pero todos los padres extraordinarios saben que tenemos algunas dificultades.
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Desde el primer mes: resultados interesantes
Comencé cuando tenía unos 5 años, estaba en primaria y hubo algunos cambios muy interesantes. Me las arreglé para encontrar una secretaria de la escuela que aceptó implementar el protocolo. Ella fue la que naturalmente se ofreció a hacerlo con Émile, ya que el director era bastante reticente y el profesor no tenía realmente una opinión sobre el tema. Así que me las arreglé para imponer eso y seguimos el protocolo. Diría que desde el primer mes tuvimos resultados muy interesantes: pudimos cortarnos las uñas, ir a la peluquería, pudimos lograr mucho.
Lo que hay que ver es que al hacerlo cada 4 horas, el niño se sentirá bien en ese momento, pero también hay un efecto de acumulación. Cuando lo haces todos los días, se abren muchas cosas. ¡En cualquier caso cuando el protocolo satisface las necesidades del niño! Por supuesto que no es una solución universal, no todos los niños tienen necesidades para las que pueda ser interesante. Tenemos que ver este método como un conjunto terapéutico.
Diría que le aportó beneficios de forma bastante inmediata y vi los efectos sobre las «rigideces»: eran mucho más fáciles de «aceptar» y tuve la impresión de que la integración sensorial, es decir, todo lo que rodea a las hipersensibilidades, se hacía de manera más fácil.
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Un duro golpe que me permitió medir lo bien que funcionaba el protocolo…
Lo que fue interesante – y lo que fue a la vez un golpe y también me permitió medir lo bien que funcionaba el protocolo – fue que en ese momento yo estaba trabajando mucho y Émile terminaba a las 3:00 p.m. Fue su niñera quien se encargó de ello, y admito que dejé a la nenita ir a la peluquería con Émile para no tener que pasar por todo el asunto. La peluquería se había convertido en algo posible, así que no había ninguna dificultad aparente.
Pero un mes después, me dice que la visita a la peluquería fue un desastre, que había sido absolutamente imposible!
Así que llamé a la terapeuta ocupacional y le dije que había un problema, que algo había salido mal. Inmediatamente me dijo que algo debía haber pasado en el protocolo y que fuera a ver a la escuela para ver si habían hecho algún cambio, si habían tenido que parar por un tiempo…
¡Ella tenía toda la razón!
Fui a la escuela a ver a la directora; primero vi a la secretaria y le pregunté si había dejado el protocolo con Emile. Me dijo que no se le había permitido hacer el protocolo con Emile durante 10 días porque tenía demasiado trabajo y el director le había prohibido hacerlo.
Así que fui a ver a la directora para averiguar un poco sobre lo que había pasado y ella me lo dijo:
«¡Esto es una escuela, no un club de ponis!
Un protocolo para un tiempo determinado
Lo que también creo que es importante decir es que aunque el protocolo puede parecer bastante restrictivo al principio, el niño no lo necesita ad vitam eternam. En algún momento, «neuronalmente» o en términos de desarrollo, se adquiere y no hay necesidad de volver sobre él. Hicimos el protocolo durante un año – y otra vez – y luego nos detuvimos. Finalmente, lo que yo diría, y lo que es válido en general, es que necesitamos probar una cosa a la vez. Así que si tienes otras cosas en su lugar, mantén esta prueba del protocolo Wilbarger en un momento en el que no estés intentando algo más. Porque en este caso te confunde en cuanto a cuánto estás progresando y qué continuar o parar.
En la forma de un juego
Si observamos recaídas o momentos más difíciles podemos empezar el protocolo de nuevo, pero verás que se puede integrar mucho en forma de juegos (hay algunos en internet). El niño que lo necesita, a menudo lo pide y no es para nada restrictivo. Así que puedes hacer la carretilla, puedes hacerla saltar en el lugar, puedes hacer «tire-pousse» y a menudo es un momento agradable durante sólo dos minutos cuatro veces al día.
Cepilo oficial Wilbarger : Este cepillo presenta una gran densidad de pelos y un amplio mango confortable. Su uso tiene como objetivo habituar a los niños al tacto, disminuir las manifestaciones de hipersensibilidad y estimular la conciencia del cuerpo.
Cepillo silicona sensorial :Cepillo en silicona realmente suave. Propone dos caras con texturas diferentes y flexibles. Ideal para bebés y prematuros. Estimula la conciencia corporal y calma el sistema nervioso disminuyendo la hipersensibilidad. Dim.: 12 x 7 x 4 cm.
Descarga: El protocolo Wilbarger
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