La neurociencia emocional y social se ocupa de la actividad del cerebro cuando experimentamos emociones o nos relacionamos con los demás. Ha arrojado luz sobre la correlación entre el cerebro y las emociones y ha demostrado que la empatía y el cuidado son importantes para el desarrollo y la capacidad de aprendizaje del niño. Descarga nuestra ficha con 10 consejos para el aprendizaje de los niños.

Neurociencia, cerebro y emociones

El aprendizaje con alegría estimula la memoria. Leer con placer ayuda a retener las palabras. Cantar las tablas de multiplicar alegremente ayuda a integrarlas más fácilmente. Por el contrario, un fuerte flujo de emociones perturba la comprensión. Este es el caso cuando nos molestan las noticias desagradables. Entonces es difícil concentrarse.

Estos hallazgos están científicamente probados por la neurociencia, la disciplina de estudio de los mecanismos neuronales. Los llamados «emocionales y sociales» se basan en la interactividad del cerebro y las emociones. Hay que diferenciarlos de la neurociencia cognitiva, que observa los mecanismos cerebrales de percepción, motricidad, memoria, etc. Sin embargo, ambos están estrechamente relacionados.

Las neurociencias emocionales y sociales muestran que, gracias a la benevolencia y la empatía que les damos, los niños pueden aprovechar al máximo sus capacidades de aprendizaje, su curiosidad por el mundo y por los demás. Este es un gran descubrimiento para la evolución de los métodos de enseñanza.

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El cerebro arcaico de los más pequeños 

Se dice que el cerebro de un niño menor de seis años es «arcaico»: está controlado por la espontaneidad, la impulsividad, la falta de objetividad. No está maduro. Los circuitos, que conectan la parte emocional y la parte superior de su sistema cerebral, aún no están construidos. Sus emociones se experimentan con intensidad. Este es el caso cuando llora a mares y lanza fuertes gritos.

El niño no puede moderar, calmar su exceso emocional solo. De ahí la necesidad de calmarlo, para equilibrarlo. Cuanto más benévolo sea el adulto con él, más sereno crecerá el niño y tendrá toda la facultad de ser él mismo. Porque imita su entorno gracias a sus neuronas espejo. Es su modelo, su referencia.

Los estudios de imágenes médicas han demostrado que la misma región del cerebro se activa cuando sentimos alegría y observamos a una persona alegre.

El comportamiento de un padre, o de un maestro, tiene un papel determinante en el proceso de adquisición del niño», observa Catherine Gueguen, una pediatra experta en neurociencias afectivas y sociales (1).

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La empatía, base de la construcción humana

Un niño que es comprendido y apoyado estará motivado y prosperará en su entorno familiar así como en la escuela. El volumen de su hipocampo, la parte del cerebro que gestiona la memoria en particular, se abre y le da una mejor capacidad de aprendizaje.  «La empatía le da al niño una brújula interior», subraya Daniel Favre, Doctor en Neurociencias y Profesor Universitario de Ciencias de la Educación en Montpellier (2). El neuropsiquiatra Boris Cyrulnik lo define como «la capacidad de alejarse de uno mismo para imaginar el mundo del otro». Esto presupone la proximidad con el otro y la distancia crítica. No es ni simpatía ni compasión.

Algunos padres, o profesores, presionan a los niños, no tienen palabras amables cuando creen que están haciendo lo correcto. Creen que al hacerlo, el niño se comportará o trabajará mejor. Pero humillar y estresar a un niño no ayuda. Reprimido, castigado, se apagará. El abuso, ya sea verbal y/o físico, deja una huella cerebral que puede conducir, a lo largo de la vida, a ataques de ansiedad, violencia, depresión y trastornos de apego que dificultan las relaciones con los demás.

 

 

Motivar la niño sin ser laxista

Es importante alentar los esfuerzos del niño. Decirles que pueden progresar a lo largo de sus vidas también es importante. «Ten cuidado de no alabarlo todo el tiempo, es contraproducente». Y ser empático no significa que los límites y prohibiciones deban ser prohibidos. Es importante no ser laxista, sino saber decir «No» hablando con el niño y explicando el porqué con palabras sencillas.

La empatía no puede ser decretada. La relación afectiva con el niño o el estudiante es algo que se puede trabajar y aprender. De esta manera, pueden anticipar que el niño evita el aprendizaje o el hecho de que está aprendiendo bajo coacción, motivado sólo por la recompensa. La noción de error no debe asociarse con lo que está mal sino con algo normal, algo inevitable.

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10 consejos aprendizaje según la neurociencia


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Desarrollar las competencias socio-emocionales 

Existen varios métodos y capacitaciones para aprender a desarrollar habilidades socio-emocionales: talleres de juego de roles, proyecciones de películas seguidas de discusión y práctica en torno a la empatía, etc.

La comunicación no violenta es una posible alternativa. Teorizada por Gandhi, esta herramienta de comunicación verbal fue desarrollada por el psicólogo americano Marshall Rosenberg. Se basa en una serie de principios que promueven el diálogo, la comprensión mutua y la colaboración: no juzgar a la otra persona, expresar los propios sentimientos y necesidades, formular lo que se espera de los demás.

Los avances en la imagen cerebral

Las neurociencias afectivas y sociales constituyen así una extraordinaria contribución al conocimiento del ser humano.  Hasta principios del siglo XXI, no se sabía que el cerebro se dedicaba en gran medida a las emociones, los sentimientos y las relaciones. Aunque intuitivamente, se sospechaba.

En el siglo XX, el trabajo de los investigadores, psicólogos y neurocientíficos, había señalado esta posibilidad. Se consideraron fuera del alcance de la investigación científica porque estaban relacionados con los aspectos más íntimos y subjetivos del funcionamiento mental.

No fue hasta que los avances en la imagen médica que la situación se invirtió. «Estas técnicas de exploración del cuerpo humano han dado lugar a grandes avances. Permiten observar el cerebro cuando aprende, corrige, se equivoca», reconoce Olivier Houdé, profesor-investigador del Laboratorio de Desarrollo Infantil y de Psicología de la Educación de la Sorbona (3).

Y nuestra materia gris es sobre todo,  «un cerebro emocional». Ni completamente racional ni completamente irracional. Y nuestras emociones son de hecho la fuerza motriz detrás de esta racionalidad imperfecta».

 

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