Las dificultades en el cálculo son un problema al que no es raro enfrentarse cuando eres maestro, psicopedagogo o logopeda. Sin embargo los padres saben identificar las dificultades pero no cómo abordarlas, o encontrar la manera deresolverlas. En algunos casos, esas dificultades responden a un trastorno denominado discalculia. Hoy veremos en qué consiste y cuál es su abordaje logopédico.

¿Qué es la discalculia?

Aunque no hay una definición exhaustiva y unitaria, podemos explicar la discalculia como aquellas dificultades que residen en el aprendizaje del cálculo. Para ser más precisos, suele hablarse de discalculia de desarrollo o evolutiva puesto que existen problemas de tipo cognoscitivo en la niñez que afectan a la adquisición normal de las habilidades matemáticas. Lo más significativo es que esas complicaciones surgen en ausencia de daño neurológico, déficit visual y/o auditivo o bajo nivel intelectual. Sin embargo, cuando las dificultades aparecen tras lesión cerebral o patología sobrevenida, nos encontramos ante una discalculia adquirida.

Cada sujeto puede presentar signos muy distintos. Algunas características  frecuentes y comunes en muchos casos son los problemas para comprender conceptos numéricos simples o el carecer de un conocimiento numérico intuitivo. En términos generales, hay una alteración a la hora de aprender o comprender todos aquellos procedimientos o hechos numéricos. 

Este trastorno no sólo afecta de manera exclusiva a las habilidades matemáticas, cuyas dificultades pueden traducirse en problemas para contar, respetar la secuencia de pasos de las operaciones, aprender las tablas de multiplicar, resolver problemas con operaciones sencillas, etc. Además, pueden verse afectadas otras habilidades atencionales (al observar los signos, recordar la cifra que nos llevamos,…), perceptivas (al reconocer los símbolos numéricos o signos aritméticos, por ejemplo) y/o lingüísticas (comprender el enunciado de un ejercicio, denominar términos, decodificar problemas escritos en símbolos matemáticos,…).

En cuanto a la prevalencia, 1 de cada 5 casos de trastornos del aprendizaje consiste en problemas para adquirir las habilidades aritméticas. No hay diferencias significativas entre géneros, ya que la relación observada entre niñas y niños es de 11:10. Se sabe también que entre un 3 % y un 8 % de los niños en edad escolar muestran dificultades persistentes en el aprendizaje de algunos aspectos relacionados con los conceptos numéricos, la aritmética o en áreas relacionadas con las matemáticas.

¿Cuál es su causa?

La causa de esta patología ha despertado el interés de numerosas investigaciones de las que se han sacado algunas conclusiones:

  1. Se vincula a una base genética: alto riesgo de co-ocurrencia entre los miembros de una misma familia (aproximadamente, el 66 % de las madres de niños con discalculia también la presentan, el 44 % de los padres, el 53 % de los hermanos y el 44 % de los familiares de segundo grado).
  2. Predisposición familiar: aumenta cuanto mayor es el grado de vinculación familiar.

      3. Factores ambientales:  responden a la calidad de la instrucción matemática a la que se haya sometido el individuo.

      4. Nivel neurológico, se sabe que el núcleo central del procesamiento numérico, es el segmento horizontal del surco intraparietal. Éste se complementa con otros dos circuitos: el giro angular izquierdo que, en conexión con otras áreas perisilvianas, es el encargado de la manipulación verbal de los números; y el sistema bilateral parietal posterior-superior, que permite la orientación atencional con respecto al sistema de representación mental de las cantidades.

¿Cómo identificar la discalculia? 

La detección de la discalculia no suele ser tarea fácil y, en muchas ocasiones, se diagnostica de manera tardía y/o poco precisa. Por ello, es fundamental atender a los criterios diagnósticos establecidos por el DSM IV – TR. 

Primer criterio: capacidad aritmética que se sitúa sustancialmente por debajo de la esperada en individuos de edad cronológica, CI y escolaridad concordes a la del niño (medida mediante pruebas normalizadas de cálculo o razonamiento matemático administradas individualmente).

Segundo criterio: bajo rendimiento académico o interferencia en las actividades de la vida cotidiana que requieren habilidades para las matemáticas”.

Tercer criterio: déficit sensorial, las dificultades en la aptitud matemática exceden de las asociadas habitualmente a él.

Por su parte, el CIE – 10 propone que, para poder hacer un diagnóstico de discalculia, el punto de corte debe situarse 2 desviaciones estándar por debajo del nivel esperado de la capacidad de cálculo. Además, tiene en cuenta un detalle importante: puesto que muchas veces el trastorno del cálculo aparece asociado a uno de lectura, el CI-10 determina que este último tiene prioridad sobre el de cálculo por lo que, de cumplirse los criterios diagnósticos de ambos trastornos, tan solo debería efectuarse el diagnóstico de la lectura.

Es importante saber que algunos síntomas pueden aparecer en Educación Infantil, aunque el trastorno del cálculo rara vez se diagnostica antes de 1º de Educación Primaria y, con frecuencia, se pone de manifiesto durante el segundo o tercer curso de Educación Primaria. Pero en algunos casos en los que el niño presenta un CI elevado, puede no manifestarse hasta 5º de Primaria, o incluso más tarde.

 

 

¿Qué evaluación e intervención logopédica? 

Conviene recordar la importancia de tener en cuenta las capacidades que el niño desarrolla de manera natural en contacto con su medio, así como las habilidades dependientes del aprendizaje institucionalizado. Habrá que distinguir entre unas y otras para poder establecer un diagnóstico diferencial entre discalculia primaria y discalculia secundaria a problemas académicos.

En una evaluación más propiamente matemática, nos fijaremos en el manejo de los nombres de los números para saber si el niño ha adquirido la cadena verbal que constituye una categoría específica de palabras que sirven para contar. También se valorará la numeración y la adquisición de los cinco principios que ésta implica (orden estable, correspondencia término a término, principio cardinal, principio de abstracción y principio de irrelevancia del orden de numeración). Junto a esto, se hará un examen de los conocimientos aritméticos del sujeto y se evaluará su capacidad de codificación, que dependerá de su enseñanza.

Algunos ejemplos de las tareas de evaluación que llevamos a cabo son:

  • Contar: hasta el número más alto posible, con un límite superior, inferior o ambos, hacia atrás, de 3 en 3,…
  • Numerar: numerar conjuntos lineales o aleatorios, abstracción de los objetos contados, empleo de números cardinales,…
  • Codificación y comprensión del sistema numérico: lectura y escritura de números, representación de cantidades, comparación de números orales y arábicos, decisión numérica oral y escrita, reconocimiento de unidades, decenas, centenas,…
  • Conocimientos aritméticos: con operaciones lógicas (de clasificación, conservación, descomposición, inclusión numérica), con enunciados verbales y aritméticos, con apoyo de imágenes, etc.

Durante las sesiones, trabajamos con fichas, material manipulativo (contadores, números magnéticos, ábacos…), programas interactivos, etc. Siempre en función de los intereses del niño, puesto que nuestro mayor aliado en la intervención es que se sienta motivado a realizar las tareas que se le proponen.

Por supuesto, os podréis servir de otros muchos materiales caseros, con elementos económicos y sencillos que podéis encontrar en casa (botones, garbanzos,…). Aunque no lo creáis, muchas de las cosas que os rodean pueden servir para cumplir objetivos terapéuticos verdaderamente importantes. Por ejemplo, un juego con botellas de agua llenadas a distintos niveles puede reforzar la noción de proporción y cantidad, así como los conceptos mucho, poco, bastante, menos, más, etc.

Son importantes las actividades con operaciones matemáticas básicas (sumas, restas, multiplicaciones y divisiones), no sólo mediante fichas en papel sino también con planteamientos orales de situaciones reales (“vamos a pensar, si tu cumpleaños es el próximo domingo y hoy es martes, ¿cuántos días te quedan para cumplir un año más?”). Al mismo tiempo, habrá que fomentar la seriación, el cálculo mental o la agrupación y clasificación de objetos. En definitiva, queremos que el niño juegue con los números, que los ordene, que los altere, que localice los que faltan, que los asocie a las cantidades que representan,… Todo ello mejorará no sólo las habilidades para el cálculo sino también la atención sostenida y la memoria de trabajo.

Durante las sesiones de Logopedia, además, será fundamental conceder especial importancia a los enunciados de los problemas. Tendremos que desgranar todos y cada uno de los pasos a realizar para su resolución, poniendo cuidado en el lenguaje, pues una sola palabra puede darnos la clave del problema. De este modo, poco a poco el niño irá comprendiendo que hay un correspondencia entre el lenguaje matemático y las operaciones necesarias para llegar hasta la solución.

Como veis, la discalculia es un problema que puede abordarse desde la Logopedia con múltiples recursos, teniendo siempre muy claros cuáles son los objetivos que se persiguen. Objetivos que, por supuesto, estarán adecuados a las particularidades del caso, al tiempo que se ajustarán a las necesidades y aptitudes de cada niño.

Este post ha sido realizado en colaboración con el  logopedaencasa.es ¡Agradecemos su análisis profesional!

Si quieres saber más sobre los diferentes métodos de aprendizaje de Matemáticas:

Método Singapur

Método Cuisinaire

Revisar las matemáticas de una manera lúdica

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